
Mi historia:
No tengo una carrera universitaria. Pero si tengo mi experiencia
No tengo un título que me acredite como experto. No he cursado una carrera universitaria en psicología. Pero hay algo que sí tengo: una experiencia vivida en carne y hueso, profunda, oscura y transformadora. Una crisis emocional que me arrasó por dentro y que, sin embargo, se convirtió en la mayor oportunidad de mi vida.
Durante años viví con una sensación constante de amenaza. Mi mente era un campo de batalla donde se libraban guerras que nadie veía. Ni si quiera yo. Me enfrenté a una depresión silenciosa, a un trastorno de ansiedad que me robaba el aliento y a pensamientos intrusivos tan catastróficos que llegué a tener miedo de mí mismo. No sabía qué me pasaba. No entendía por qué sentía que me hundía cada día un poco más, si lo tenía “todo”.
En crisis y sin herramientas
Entré en esa crisis con pocas herramientas, casi vacío. Sin apenas ayuda profesional, sin medicación, y sin saber muy bien por dónde empezar. Solo tenía una cosa: el profundo deseo de salir de ese infierno. Y aunque me sentía roto, había dentro de mí una chispa que se negaba a apagarse.
Leer libros y mi familia. Mi red de apoyo
Me agarré a lo único que tenía a mano: los libros. Leí todo lo que caía en mis manos sobre el alma humana, la mente, la espiritualidad, la filosofía. Me refugié en mi familia, que fue mi red cuando me tambaleaba. Pero, sobre todo, me refugié en mí. Me atreví, por primera vez, a mirarme sin filtros. A aceptar el caos que habitaba en mí.
El tiempo, mi aliado
Lo que más valoro de ese proceso no fue “curarme”, sino la valentía de sostener el dolor sin prisas, sin exigencias, permitiéndome estar mal el tiempo que fuera necesario. En un mundo que te dice “recupérate ya”, yo elegí detenerme. Elegí respetar mis tiempos. Y fue ahí donde empezó todo. Ahí descubrí que el verdadero poder está en la aceptación.
Poco a poco, sin darme cuenta, comencé a construir una nueva versión de mí. Con más fuerza, más equilibrio y con una mirada más amplia y serena. Me reconcilié con algo que siempre había rechazado: la espiritualidad. Aprendí a confiar, a soltar el control, a tener fe, no en algo externo, sino en mí. Empecé a ver sentido incluso en lo que dolía. Porque la crisis no solo me rompió, también me reveló.
Mi crisis. Mi propósito
De esa experiencia nace este proyecto: Abraza tu crisis. Porque sé que no soy el único. Sé que hay miles de personas que están ahora mismo donde yo estuve. Perdidas. Aterradas. Con la sensación de que nadie las entiende. Este blog es mi forma de tenderles la mano. De decirles: “Te entiendo. No estás solo. Y, aunque no lo creas ahora, también tú puedes salir más fuerte de esto”.
No vengo a darte respuestas mágicas, ni a prometerte una recuperación exprés. Vengo a compartir lo que aprendí, lo que me sirvió, lo que me hizo evolucionar. Vengo a recordarte que la crisis no es el fin del camino, sino la puerta hacia una vida más consciente, más libre y más verdadera.
Mi propósito hoy es claro: acompañarte a encontrar tu equilibrio, activar tu fuerza interior y guiarte en tu propia evolución.
Porque si yo pude abrazar mi crisis, tú también puedes hacerlo.
“A veces hay que perderse en la oscuridad para encontrar la luz que siempre estuvo dentro de ti.”