
Cuando tu mente juega en tu contra
¿Alguna vez has tenido un pensamiento que no querías tener? Uno de esos que aparece sin permiso. Que te inquieta. Te asusta. Y por mucho que intentes apartarlo, vuelve una y otra vez. Como si tu mente jugara a hacerte daño sin razón aparente. Eso que estás sintiendo tiene nombre: pensamientos intrusivos o pensamientos intrusivos catastróficos.
Son ideas molestas, repetitivas, muchas veces irracionales, que te generan ansiedad o culpa. Pueden tomar muchas formas: dudas constantes, miedos sin fundamento, imágenes perturbadoras o pensamientos que parecen no tener sentido. Y cuando les das demasiada atención, se vuelven más fuertes.
Pero aquí viene la parte importante: tú no eres tus pensamientos. Son parte de ti, pero no eres tú.
¿Por qué aparecen estos pensamientos intrusivos?
Un día leí en un libro algo que cambió mi vida: el ser humano tiene entre 50.000 y 70.000 pensamientos diarios, y aproximadamente el 95% de ellos provienen del inconsciente. Solo el 5% está bajo nuestro control.
Entonces… ¿no controlamos lo que pensamos? Exacto. Pero la buena noticia es que podemos entrenar ese 5% consciente para transformar nuestra relación con los pensamientos, y poco a poco, ir moldeando nuestro jardín mental.
Los pensamientos intrusivos aparecen porque el cerebro está diseñado para detectar peligros y mantenernos con vida. El problema es que en la vida moderna ya no huimos de leones que nos quieren comer, sino de sensaciones internas: el miedo, la incertidumbre, la duda… Y eso puede volverse en nuestra contra.
El verdadero problema no es el pensamiento intrusivo… sino lo que haces con él
Piensa en esto:
“Todo a lo que le prestas atención… se expande”.
Cuanto más luchas contra un pensamiento, más crece. Es como intentar no pensar en un elefante rosa. ¿Adivina qué imagen tienes ahora mismo en la cabeza?
Ese es el bucle en el que caemos: pensamos algo que nos asusta → intentamos evitarlo → le damos más atención → se queda más tiempo → sentimos más miedo → y vuelta a empezar.
Y claro, acabamos el día agotados, con ansiedad, con la mente nublada y el cuerpo en tensión.
Entonces… ¿cómo lo gestionamos?
Aquí te comparto herramientas que me han servido a mí, y que vienen tanto de la psicología moderna como de filosofías ancestrales:
1. Aceptación y no resistencia
No luches contra el pensamiento. Obsérvalo sin engancharte. Imagina que es una nube que pasa por el cielo. No tienes que agarrarla ni analizarla. Solo verla pasar. Sé que al principio puede llegar a ser complicado o incluso imposible. Pero tienes que darte tiempo. El pensamiento irá perdiendo fuerza.
2. Distanciamiento mental
No eres lo que piensas. No tenemos el control de nuestros pensamientos, por lo que no hay que prestarles atención. Compórtate como si fueras el observador de tus propios pensamientos. Míralos con curiosidad, no con miedo.
Repítete: “Mi mente está generando esta idea, pero no significa que sea real.”
Esto te da espacio para razonarlo y dejarlo ir.
3. Redirecciona la atención
Vuelve al presente. Respira. Mira tus manos, escucha los sonidos, siente tu cuerpo. Estás aquí y ahora. Eso es lo único real, tus pensamientos no.
4. No evites el pensamiento, acéptalo
En lugar de evitar el pensamiento, repítelo hasta que pierda fuerza. Sí, suena raro, pero funciona. Al buscar de forma consciente esos pensamientos, y no huir de ellos, hackeas a tu mente y se desvanecerán.
5. Elige tus semillas
Cada pensamiento es como una semilla que plantas en tu mente. Si la riegas, crecerá. ¿Quieres alimentar pensamientos de miedo o de amor?
Tú decides.
Si el pensamiento es útil, plántalo.
Si solo te hace daño, suéltalo. No necesitas quedarte con todo lo que tu mente produce. Se consciente de ello.
6. Escríbelo
Llevar un diario te ayuda a sacar de tu cabeza lo que parece gigante. Una vez escrito, pregúntate:
¿Este pensamiento me sirve?
¿Qué evidencia real tengo de que esto va a pasar?
¿Cómo se lo explicaría a un amigo que quiero ayudar?
Piensa que todo en la mente se magnifica. Escríbelo. Háblalo. Pero nunca te lo quedes dentro.
Y sobre todo… date tiempo
Si llevas tiempo prestando atención a esos pensamientos, no esperes que desaparezcan de un día para otro. Esto es una carrera de fondo. No necesitas correr, solo avanzar con amor propio.
Háblate con cariño. Cree en el proceso. Acepta que esto es una fase, no una condena. Tu verdadero Yo está más allá de cualquier pensamiento.
Para terminar…
Se consciente que tu mente puede ser una herramienta brillante… o una trampa peligrosa. Tú eliges si quieres que sea tu sirvienta o tu ama.
Recuerda:
No puedes controlar lo que aparece en tu mente.
Pero sí puedes elegir cómo reaccionar.
Y eso… es poder.
¿Te ha pasado algo similar? ¿Quieres compartir tu experiencia o necesitas ayuda con tus pensamientos intrusivos? Te leo en los comentarios